domingo, 5 de enero de 2014

ESTAMOS EN SÍNODO



La Iglesia de Dios es convocada en Sínodo.

El Papa Francisco invita a toda la Iglesia a interrogarse sobre un tema decisivo para su vida y su misión: «Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio». Este itinerario es un don y una tarea: caminando juntos, y juntos reflexionando sobre el camino recorrido, la Iglesia podrá aprender, a partir de lo que irá experimentando, cuáles son los procesos que pueden ayudarla a vivir la comunión, a realizar la participación y a abrirse a la misión.

El camino sinodal se desarrolla dentro de un contexto histórico caracterizado por grandes cambios de la sociedad y por una etapa crucial de la vida de la Iglesia, que no es posible ignorar:

Una tragedia global como la pandemia del COVID-19 «despertó durante un tiempo la consciencia de ser una comunidad mundial que navega en una misma barca, donde el mal de uno perjudica a todos. Al mismo tiempo la pandemia ha hecho detonar las desigualdades y las injusticias ya existentes.

Esta situación, que une a la entera familia humana, pone a prueba la capacidad de la Iglesia para acompañar a las personas y a las comunidades. La misma Iglesia debe afrontar la falta de fe y la corrupción también dentro de ella.

La Iglesia entera está llamada a confrontarse con el peso de una cultura impregnada de clericalismo, heredada de su historia, y de formas de ejercicio de la autoridad en las que se insertan los diversos tipos de abuso (de poder, económicos, de conciencia, sexuales). Es impensable «una conversión del accionar eclesial sin la participación activa de todos los integrantes del Pueblo de Dios»

La capacidad de imaginar un futuro diverso para la Iglesia y para las instituciones a la altura de la misión recibida depende en gran parte de la decisión de comenzar a poner en práctica procesos de escucha, de diálogo y de discernimiento comunitario, en los que todos y cada uno puedan participar y contribuir. Al mismo tiempo, la opción de “caminar juntos” es un signo profético para una familia humana que tiene necesidad de un proyecto compartido, capaz de conseguir el bien de todos.

«Lo que el Señor nos pide, en cierto sentido, ya está todo contenido en la palabra “Sínodo”». La sinodalidad indica «la específica forma de vivir y obrar (modus vivendi et operandi) de la Iglesia Pueblo de Dios que manifiesta y realiza en concreto su ser comunión en el caminar juntos, en el reunirse en asamblea y en el participar activamente de todos sus miembros en su misión evangelizadora»

La pregunta fundamental

En una Iglesia sinodal, que anuncia el Evangelio, todos “caminan juntos”: ¿cómo se realiza hoy este “caminar juntos” en la propia Iglesia particular? ¿Qué pasos nos invita a dar el Espíritu para crecer en nuestro “caminar juntos”?

I. LOS COMPAÑEROS DE VIAJE

En la Iglesia y en la sociedad estamos en el mismo camino uno al lado del otro. En la propia Iglesia local, ¿quiénes son los que “caminan juntos”? Cuando decimos “nuestra Iglesia”, ¿quiénes forman parte de ella? ¿quién nos pide caminar juntos? ¿Quiénes son los compañeros de viaje, considerando también los que están fuera del perímetro eclesial? ¿Qué personas o grupos son dejados al margen, expresamente o de hecho?

II. ESCUCHAR

La escucha es el primer paso, pero exige tener una mente y un corazón abiertos, sin prejuicios. ¿Hacia quiénes se encuentra “en deuda de escucha” nuestra Iglesia particular?

III. TOMAR LA PALABRA

Todos están invitados a hablar con valentía y parresia, es decir integrando libertad, verdad y caridad. ¿Cómo promovemos dentro de la comunidad y de sus organismos un estilo de comunicación libre y auténtica, sin dobleces y oportunismos?

IV. CELEBRAR

“Caminar juntos” sólo es posible sobre la base de la escucha comunitaria de la Palabra y de la celebración de la Eucaristía. ¿Cómo inspiran y orientan efectivamente nuestro “caminar juntos” la oración y la celebración litúrgica?

V. CORRESPONSABLES EN LA MISIÓN

La sinodalidad está al servicio de la misión de la Iglesia, en la que todos sus miembros están llamados a participar. Dado que todos somos discípulos misioneros, ¿en qué modo se convoca a cada bautizado para ser protagonista de la misión?

VI. DIALOGAR EN LA IGLESIA Y EN LA SOCIEDAD

El diálogo es un camino de perseverancia, que comprende también silencios y sufrimientos, pero que es capaz de recoger la experiencia de las personas y de los pueblos. ¿Cuáles son los lugares y las modalidades de diálogo dentro de nuestra Iglesia particular? ¿Cómo se afrontan las divergencias de visiones, los conflictos y las dificultades

IX. DISCERNIR Y DECIDIR

En un estilo sinodal se decide por discernimiento, sobre la base de un consenso que nace de la común obediencia al Espíritu. ¿Con qué procedimientos y con qué métodos discernimos juntos y tomamos decisiones?

 

 

 

 

 

Estamos ante ti, Espíritu Santo,

reunidos en tu nombre.

Tú que eres nuestro verdadero consejero:

ven a nosotros,

apóyanos,

entra en nuestros corazones.

 

Enséñanos el camino,

muéstranos cómo alcanzar la meta.

Impide que perdamos

el rumbo como personas

débiles y pecadoras.

 

No permitas que

la ignorancia nos lleve por falsos caminos.

Concédenos el don del discernimiento,

para que no dejemos que nuestras acciones se guíen

por perjuicios y falsas consideraciones.

 

Condúcenos a la unidad en ti,

para que no nos desviemos del camino

de la verdad y la justicia,

sino que en nuestro peregrinaje terrenal

nos esforcemos por alcanzar la vida eterna.

 

Esto te lo pedimos a ti,

que obras en todo tiempo y lugar,

en comunión con el Padre y el Hijo

por los siglos de los siglos. Amén.

 


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